La nota fue escrita por el Dr. Carlos Buxade Carbo, conspicuo profesional de la salud y productividad animal reconocido por sus publicaciones donde hace gala de claridad e idoneidad en las ideas transmitidas.

El Dr Buxade inicia su columna diciendo:  “Espero que de las líneas que siguen tomen buena nota en LATAM y en otras regiones del globo, para no llegar hasta donde nosotros hoy, en la Unión Europea, estamos.” En Acontecer Agropecuario tomamos el mensaje y con gusto lo reproducimos para que nuestros acontenautas formen criterio tomando en consideración la experiencia y desparpajo de un verdadero conocedor.

Para mí, que me considero un europeísta totalmente convencido y que sigo soñando con unos Estados Unidos de Europa (soñar, de momento, aún no paga impuestos, aunque todo se andará probablemente), me duele enormemente ver la deriva eco – obsesiva en la que está incurriendo, especialmente en estos últimos años, en el ámbito agrario, la Unión Europea (U.E. – 27); convirtiéndose en una Unión Europea eco – obsesionada, que está generando muchos sinsabores a agricultores y a ganaderos.

Me refiero concretamente y en primer lugar, a la paranoica obsesión de Bruselas, que comporta una importante deriva, en casi todo lo que atañe a las granjas de elevadas dimensiones, en razón del entorno dónde se ubican; es decir, para simplificar, a la producción pecuaria empresarial (¡atención! ahora no es “políticamente correcto” hablar, en la U.E., de explotaciones ganaderas ¡que pazguatos somos!).

En segundo lugar hago mención, como ejemplo de la mencionada deriva agraria a una PAC cada vez “más verde”, que está quedado bien retratada a raíz de la invasión rusa de Ucrania y la subsiguiente problemática generada con una importante serie de materias primas (aunque “los de siempre” nieguen su gravedad).

En este ámbito no se olvide el hecho de que, hasta el presente, en lo que se refiere a las importancias anuales que realiza U.E., al binomio Rusia – Ucrania le correspondían, por ejemplo, el 57 por 100 del maíz; el 45 por 100 del trigo; el 50 por 100 del girasol; el 42 por 100 de la colza; y el 81 por 100 de la torta de girasol.

Pues bien, preciosamente, en estos días de la Semana Santa, aprovechando las festividades, he tenido la oportunidad de conversar, largo y tendido, con unos pocos colegas y antiguos alumnos míos, que laboran o están con frecuencia, en la capital belga, en lo que podríamos llamar “el cerebro de la U.E.”

Y ellos, con la discreción que el caso requiere, no han desmentido mi apreciación, obviamente desde la distancia, de que muchas de las mentes ubicadas profesionalmente por ejemplo en el Edificio Europa (conocido popularmente como el “huevo”), o en el Edificio Berlaymont, son cada vez más “funcionarios de despacho”, tocados por la varita de lo “eco”.

Esta realidad, nos guste o no, comporta que muchas de estas mentes (eco – mentes las llamaría yo) estén, en general, cada vez más alejadas de la realidad agraria (agrícola y ganadera) del complejo y duro quehacer cotidiano de las fincas y de las granjas.

Y ello nos lleva, en este marco y al parecer, a que la Comisión Europea tenga en mente afrontar una importante modificación de la Directiva de Emisiones Industriales. Esta Directiva, como es sabido, es la que establece que actividades deben obtener un permiso ambiental referido a sus emisiones, que afectan al agua, al suelo y/o al aire.

Hasta ahora y aquí está el quid de la cuestión, en este caso el sector avícola está incluido en el documento BREF referido a las aves de corral, a la cunicultura y al porcino (los Documentos BREF comenzaron a elaborarse con la entrada en vigor de la Directiva 96/61/CE del Consejo, y se refieren a la prevención y al control integrado de la contaminación).

Ello significa que actualmente el ámbito de aplicación de la mencionada normativa de prevención y de control integrado de la contaminación, en el caso de la avicultura, está referido a las granjas con una capacidad superior a las 40.000 plazas.

Según las primeras filtraciones que han trascendido la Comisión pretende cambiar la actual legislación de prevención control, con la finalidad de aplicarla a partir de las 125 UGM.

Ello significa que, por ejemplo, considerando que un pollo equivale a 0,007 UGM la exigencia expuesta en el documento BREF, que afecta a la avicultura, se haría real a partir de unidades de producción con más de 17.857 plazas de engorde para pollos de aptitud carne.

Paralelamente, estos límites se establecerían para todas las granjas avícolas y cunícolas con unas capacidades superiores a las 8.500 ponedoras; los 4.100 pavos; los 12.500 patos; los 6.250 gansos y los 6.250 conejos.

Es decir, que en el caso de España la gran inmensa mayoría de nuestras granjas se verían afectadas por este cambio y todas ellas, lógicamente, tendrían que cumplir, sí o sí, con los nuevos requisitos.

Es decir que esta Unión Europea obsesionada no deja desde Bruselas, para regocijo de animalistas, ecologistas de salón, funcionarios hechizados y similares, de poner palos a las ruedas de la producción agraria empresarial.

En mi opinión, estamos siendo tan tolerantes, permisivos, pasivos, ante, toda esta deriva eco – emocional que creo se nos puede aplicar, perfectamente y sin ningún rubor, una frase premonitoria de FIODOR DOSTOIEVSKY (1821 – 1881), mi escritor – filósofo favorito, que dice: la tolerancia llegará a tal nivel, que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar, para no ofender a los imbéciles.

Damas y caballeros: aquí estamos; triste, muy triste, pero cierto.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal. Profesor Emérito.

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