Nota del editor. Bosco de la Vega es un empresario del sector agropecuario con muchos años dedicado a la actividad y con una herencia de sus padres y abuelos de amor por el campo. Ha ocupado importantes puestos en organizaciones gremiales entre las que destaca la presidencia del Consejo Nacional Agropecuario (CNA). Durante su gestión tuve oportunidad de platicar y entrevistarle destacando su conocimiento sectorial y su capacidad de identificación y análisis de los retos agropecuarios. Considero interesante compartir esta columna que publicó recientemente donde desde su óptica hace una radiografía de la situación social imperante en el país fundamentada en hechos, datos y sin apasionamientos ideológicos.

La pobreza es un problema de derechos humanos. Además de ingresos insuficientes, incluye aspectos como el hambre, desnutrición y falta de vivienda.

En la vida he navegado por varias crisis nacionales, desde las económicas hasta las de incompetencia política. Sin embargo, mi mayor preocupación son los millones de ciudadanos que, tras crisis como la que vivimos, engrosan las filas de la pobreza y que son objetivo de políticos oportunistas.

Para Naciones Unidas, la pobreza es un problema de derechos humanos. Además de ingresos insuficientes, incluye aspectos como el hambre, desnutrición, falta de vivienda y de acceso a educación o salud.

La pobreza en ese sentido vulnera la dignidad humana y es la negación de la libertad. En México, una de cada dos personas vive en pobreza, y una de cada diez en pobreza extrema.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2020 existían 55.7 millones en situación de pobreza, y 10.8 millones en pobreza extrema.En comparación con 2016, la cifra aumentó en 3.5 y 2.1 millones, respectivamente.

Además, en ese mismo periodo el rezago educativo pasó de 18.5 a 19.2 por ciento, la falta de acceso a alimentación nutritiva, de 21.9 a 22.5 por ciento, y las carencias por acceso a servicios de salud, de 15.6 a 28.2 por ciento.

Ahora, la inflación por el precio de los alimentos tiene un efecto devastador para los más pobres entre los pobres, ya que estos gastan en promedio 66 por ciento de sus ingresos en alimentos, mientras el ciudadano promedio gasta 25 por ciento.

Según el ex Subgobernador del Banxico, Gerardo Esquivel, cada punto porcentual en la inflación se asocia con un incremento de la pobreza en 0.84 por ciento.

Si en 2022 tuvimos una inflación de 7.8 por ciento, con un mediocre crecimiento de 2 por ciento, el escenario no es entusiasta. Por ello lastima escuchar las declaraciones del Presidente López Obrador cuando dice: “…Pero además ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya saben que cuando se necesita defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos, no así con los sectores de la clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad…”.

O esta: “…Morena obtiene sus votos de la gente más ignorante, entre más analfabetismo más apoyo…”

Al actual gobierno no le queda tiempo para solucionar los problemas del país, pero tampoco tiene ánimo por resolverlos. Lo que sí se ve es voluntad para el uso electoral de la pobreza, el desmantelamiento de instituciones y la división social. Es claro que quienes hoy gobiernan usan la pobreza para hacerse del poder y perpetuarse en él.

Urge un proyecto que reconstruya lo perdido en esta administración, que vuelva a generar las capacidades para mitigar la pobreza, en lugar de traficar con transferencias económicas, y que restaure la libertad y dignidad de los mexicanos en situación de pobreza, y la unidad nacional.

CUMULONIMBOS. “El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía es mantenerlos ignorantes”, Maximilien Robespierre.

BOSCO DE LA VEGA

El Heraldo de México 24 de enero del 2023. Columna invitada.

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